sábado, 6 de febrero de 2010

En todoterreno por África

Es sábado. Son las 9:00h. La luz entra por entre las cortinas de la habitación. Me despierto al lado de Miguel. Tras unos mimos de buenos días, bajamos a desayunar a la cocina. Como es sábado, se desayuna con tiempo y a lo grande, con cereales, galletas, magdalenas y hasta queso manchego (mi tesoro).
A medio desayuno baja Jesús, un consultor que ha venido a trabajar sobre el Sistema de Información Sanitaria, pero que a los diez minutos de conocerle ya te das cuenta de que podría hacer cientos de consultorías, porque ha aprovechado bien los años y sabe casi de todo, desde lo secretos del buceo hasta los últimos detalles del tratamiento de las aguas, pasando por arregalar coches, destiladoras o hacer protocolos de urgencias u organizarte en un pis-pas un campo de refugiados. Me hace darme cuenta de cuánto me queda por aprender, y me encanta escucharle.
Y es que de pronto la sede está a pleno rendimiento como casa. También ha llegado Paloma, que irá a coordinar el área de Ebinayong.
Después de desayunar, una duchita y a trabajar un rato, porque, entre otras mil cosas, hay que preparar una sesión para empezar a trabajar sobre la calidad asistencial de nuestros profesionales sanitarios con las hermanas, en la reunión de coordinación de la próxima semana. Me toca documentarme, ordenar algunas ideas trabajadas con Dani. Al final de la mañana ya tengo un guión de la sesión, que además será mi "puesta de largo" como sanitaria de sede.
A las 13:30 h ya nos vamos para la playa. Este finde conduzco yo, porque por fin tengo carnet de conducir guineano.
Dentro del coche Jesús está al loro todo el rato para echarme una mano en mis primeros momentos conduciendo este mastodonte que no se cala ni aunque lo intentes a posta y con toda tu alma, e intento hacerme a la idea de mis nuevas dimensiones. Le voy cogiendo el tranquillo poco a poco, entre acelerones y cambios de marcha.
Guille, de copiloto, me guía para llegar hasta la playa de Bome. Allí comemos de lo lindo mientras nos contamos las vidas, nos conocemos algo mejor y arreglamos un poco el mundo.
Después de comer, partida de palas. Hemos batido el récord: 195 palazos. Y hemos empezado con el juego a distancia, que promete ser muy, pero que muy divertido. En ese aún no hemos batido ningún récord...
Quince minutitos corriendo por la playa, un remojón, y otra vez de vuelta a casa, de nuevo en el mastodonte todoterreno. Me veo alta y siento que gano en independencia al ser capaz por fin de conducir por estas carreteras de tierra roja, o de suelo de grava, o de asfalto recién estrenado.
Llegamos a casa, y el iPod de Miguel y sus pequeños altavoces de viaje nos ponen banda sonora, y nos arrancamos a bailar en el macro-hueco que ha dejado la cama que se han llevado de nuestra habitación (para amueblar la nueva casa en la que se quedarán los chopocientos consultores que van a ir llegando a lo largo del año), y que la ha convertido en una magnífica sala de baile. Bailamos contentos con el bañador mojado; por un momento todo es perfecto.
Estamos bien. Estamos felices. Vamos en todoterreno con la brisa pegándonos en la cara por este país de África, tan complicado para trabajar, pero tan sencillo para vivir.

2 comentarios:

  1. Asi que ya conoces al Mac Giver sanitario j ajajja... Vir, y las fotos? que experiencia es que te imagino conduciendo.

    Te voy a enviar con Pamen, la informaci´´on que te prometi. Ella va el 7 de marzo, es una niña encantadora.

    muchos besos
    Ceci

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  2. ¡Ceci!
    GRacias por seguir ahí, al loro de nuestras aventurillas.
    ¡Qué bien que vendréis por aquí este año!

    Seguimos en contacto.
    Besos.
    Vir

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