viernes, 25 de diciembre de 2009

Huevos rellenos de jamón y grafís


Las 19:15, y en la catedral de Bata la Misa del Gallo, que estaba anunciada para las 19:00h, aún no ha comenzado, ni tiene visos de comenzar todavía. A las 19:30h por fin se oye el organillo electrónico que marca las bases de las canciones religiosas que cantará el coro, que aquí intentan parecerse a algo así como a los temazos de José Luis Perales en sus mejores momentos, que no sabéis lo admirado que es por estas latitudes.

La catedral es bonita. Es de estilo neoclásico, aunque esto no es lo que la hace bonita. Lo que impresiona son los frescos que hay pintados en el techo, en colores pastel, colores alegres y suaves. Representan escenas de la vida de Jesús, pero de un Jesús negro, con unos apóstoles también de color. La transfiguración, la oveja perdida, la anunciación… No sé por qué, quizá por los colores, quizás por la sencillez de los dibujos, pero me da paz mirarlos.

Después del primer canto, viene la sorpresa, la agradable sorpresa.: un xilófono de madera rompe el silencio majestuoso de la catedral, unas maracas se unen, también un tan-tan, y un coro de mujeres mayores empieza a cantar en fang mientras se mueven suavemente con una especie de “pompones” blancos en las manos que agitan en el aire. No sé lo que dicen, pero el canto me resulta infinitamente bello, me traslada de repente a esos reportajes de televisión en los que una cámara a vista de pájaro sobrevuela las selvas y poco a poco se va colando entre la maleza y llega a un recóndito poblado donde la gente canta a sus dioses. Y tengo una vez más la misma reflexión que he tenido un montón de veces: ¿por qué se empeñan en malcopiar lo que no es suyo cuando lo suyo es profundamente bello? La misma reflexión que cuando veo a las niñas con el traje de comunión más hortera que podáis imaginar, con todos los encajes y floripondios posibles, al estilo del Norte pero sin ningún gusto; cuando veo a los niños que, aún peor, hacen la Primera Comunión vestidos de smoking y con pajarita; y me pregunto por qué no las visten con un popó blanco, sin más; la misma reflexión que cuando Fernando, el conductor del equipo de Machinda, me dice que habría que deshacer los poblados cercanos a Bata, y hacer otra ciudad igual, y me esfuerzo por explicarle que lo que hay que hacer es que la gente viva dignamente en los poblados, tenga luz y agua corriente, las pequeñas construcciones pasen de ser de madera a ser de cemento, se abastezcan las tiendas y se cree un buen sistema de transporte público, puestos de salud adecuados y poco más. Porque la calidad de vida no tiene por qué ser construir ciudades monstruosas llenas de rascacielos.

Después de la Misa, volvemos a casa. Es ya muy de noche y, como de costumbre, al pasar el Hospital no hay alumbrado, así que tenemos que sacar los frontales. El ambiente es medio-festivo en la calle.

En casa-sede nuestra pequeña, minúscula familia, se dispone a celebrar la Nochebuena. ¿El menú? Huevos rellenos de jamón y grafís. Es una adaptación a los productos locales de una de las recetas de mi madre que más me gustan: los huevos rellenos de jamón y gambas. Los grafís son unos langostinos de río, que aquí la gente pesca con unas redes artesanas hechas de madera. Estos grafís son especiales, porque nos los regalaron Pepe y Fernando, del equipo de Machinda, como regalo de bienvenida hace unas semanas, cuando volvían agotados de la campaña de vacunación en la que vacunaron a nada menos que quinientos niños (podéis ver fotos en el flickr de Miguel). Los grafís son típicos de la zona de Machinda. El jamón es jamón serrano de verdad de la buena, que Sandra, la coordinadora en Madrid, nos trajo la semana pasada de España para ayudarnos a “acercarnos” a España de algún modo estas Navidades. Así que el menú resulta ser una fusión de los dos lugares entre los que se reparten ahora mismo nuestros corazoncitos: España y Guinea. Miro la receta en el ordenador, redactada por mi madre, pasada a ordenador por mi hermana. Cuando pelo los huevos me acuerdo un momento de Héctor, un chaval de AJIVA que estudia hostelería y que, orgulloso, en la última convivencia de deportes nos enseñaba a los monitores en la cocina la clave para pelar los huevos a máxima velocidad y sin que la clara se quede pegada a la cáscara. Vuelvo por un momento al ambiente de la convivencia, y sonrío. Entonces eran unos ciento y muchos huevos que pelar. Hoy son sólo seis, porque estamos solos Miguel y yo, aunque Skype en seguida se encarga de acercarnos a la familia, en uno de esos milagros tecnológicos que tanto se agradecen.

Mi sobrina de cinco años me cuenta que me ha guardado unos cuantos mazapanes y turrones por si voy luego, y se me nubla un momento la vista.

Por fin cenamos. Como hoy es un día especial, no cenamos en la cocina. Cenaremos en la mesa de reuniones. Es curioso esto de celebrar la Nochebuena en la oficina. La mesa está bonita. Unos mazapanes La Fama comprados en Supermercados Santy, los huevos rellenos, embutidos, frutos secos, vino Lambrusco, Mosto Don Simón, agua Ceiba, parte del último mil de pan que guardamos en el congelador y que vamos tostando. Y unas velas que hemos encontrado por ahí, que están por si (para variar) se va la luz, pero que hoy le darán un toque especial a nuestra mesa. Con el aire acondicionado se está bien en el salón. En el otro extremo de la oficina, nuestro belén hecho de cartulina, palillos y tapones de botella de agua pone el toque navideño a la sede.

Brindamos, yo con Lambrusco, Miguel con mosto, y nos deseamos feliz navidad.





martes, 15 de diciembre de 2009

Querida ONG CAPS

Para los que no lo sepáis, CAPS es el nombre de la pequeña ONG a la que unos cuantos estudiantes de la Universidad Complutense dábamos vida cuando aún pasábamos mucho tiempo en la Facultad, en los últimos cursos de Medicina y en los primeros de residencia.
Era (y es) una ONG pequeñita, pero no por ello era pequeña de ánimos y propósitos.
Curiosamente, esta pequeña ONG empezó en este pequeño país, cuando Dani, el que más tarde sería el presi, se cayó por aquí como podía haber caído en cualquier otro lugar de África, y decidió que, para echar una mano de la mejor manera que se le ocurría, se proponía crear una ONG. Y la creó.
Fuimos varios los que nos fuimos uniendo a esta pequeña locura. La verdad es que era fácil ilusionarse cuando con una sonrisa franca en los labios Dani te contaba lo importante que era hacer un manantial en el pequeño poblado de Ayakmiken, y que para eso había mucho trabajo que hacer allí en España. Te contaba también lo que era un estudio de necesidades, y lo importante que era que la población había pedido ese manantial, y que la propia gente de allí estaba colaborando.
Era la primera vez que oía palabras como "contraparte local", "diagnóstico de salud" o "necesidades sentidas".
El mundillo de la cooperación al desarrollo siempre me había llamado la atención, y no tardé en subirme a aquel carro.
Poco después se fueron oyendo otras palabrejas en el local de paredes rosas que compartíamos con la IFMSA (otra asociación de la Facultad), como "marco lógico", "ciclo del proyecto", "estudios de impacto"... Había largas discusiones en aquel local, sobre cómo hacer cooperación, sobre qué estilo de proyectos nos parecían mejores y peores, sobre las políticas de la AECI, sobre el asistencialismo frente al trabajo en desarrollo... Éramos unos mocosos, pero no decíamos demasiadas tonterías, la verdad...
Las caras iban cambiando, se incorporaban algunas nuevas y perdíamos alguna otra. Pero, de algún modo, íbamos creciendo y evolucionando juntos en este lío del cómo colaborar para que el mundo sea algo mejor.
Después de Guinea tuvimos un medio-proyecto en Paraguay, y hasta una expatriada, Natalia, que ya ha vuelto a España y sigue dando caña al tema de hacer algo por otros, ahora con marido y niño, frutos ambos de la feliz "expatriación", que, si no consiguió demasiado en el campo del proyecto en el terreno, sí ha creado una nueva familia de esas que no van a ser una más ni indiferentes a nada. Buen proyecto en sí mismo...
Y entre país y país, nos dábamos cuenta de lo importante que era trabajar en la propia tierra, concienciar a las personas (y creamos los "cafés solidarios" y el programa de radio "Derribando Molinos"); formar a los que decidían viajar a otras tierras con el noble propósito de ayudar para que fueran lo más eficaces posibles, para que no dejaran las cosas en ningún caso peor de lo que las habían encontrado (y creamos el "Curso de Introducción a la Cooperación Internacional", que en sus ¿cinco? ediciones ha formado ya a al menos quinientas personas); tratamos de promover el voluntariado local, en nuestro mismito Madrid...
También nos convertimos un poco, y aunque suene un pelín prepotente, en un especie de "evaluadores de proyectos" en miniatura, y más de uno pasó por aquel local para contarnos su locura cooperativa y pedirnos opinión al respecto.
Hacíamos interminables reuniones para debatir cosas, intentar organizarnos, tratar de llegar a más gente... La verdad es que la publicidad nunca fue nuestro fuerte, aunque el genio de Rafa siempre lo puso todo de su parte, y los carteles eran preciosos, aunque luego fueran pocos los que acudieran a nuestras actividades.
Y la verdad es que nunca tuvimos un gran proyecto a escala internacional, ente otras cosas porque éramos tan puristas con lo que nosotros considerábamos que tenía que ser una cooperación de calidad que siempre nos parecía pronto para lanzarnos a invertir los dineros de la ONG (no sé si llegaban a 3000 míseros euros ) en tal o cual proyecto, porque no queríamos gastar mal lo que nos parecía una gran suma. Nos planteábamos nuestro futuro proyecto sanitario como algo que fortaleciese los sistemas sanitarios públicos y a ser posible la atención primaria, que no creara sistemas paralelos; como algo que contara con la participación de la población, no siendo nosotros nunca los protagonistas del proyecto, sino creando capacidades en las personas locales; como algo que no generase dependencias, que fuese sostenible, pensando en desaparecer como último fin cuando ya no fuésemos necesarios.
Con una mirada simple, parecería que finalmente no hicimos ningún proyecto concreto; pero, sinceramente, creo que lo que la ONG significó para nosotros fue un estupendo foro permanente de reflexión sobre cooperación, un aula de formación continua, un lugar maravilloso en el que contrastar opiniones, compartir conocimientos, aclarar dudas, plantear otras. A muchos nos sirvió también para pasar esa ya típica crisis en la que de pronto piensas que la cooperación no sirve para nada, no cambia demasiado las cosas, tiene mil imperfecciones. Es mejor pasar esa crisis junto a gente que también tiene esas dudas, que las gestiona mejor o peor, que de algún modo te deja ese resquicio de duda que pronto te hará pensar de nuevo que algo hay que hacer y debemos usar las mejores herramientas a nuestro alcance, aunque sean imperfectas.

Hoy, diez años después de oír hablar por primera vez de CAPS, estoy en Guinea Ecuatorial. Es de noche y acabamos de llenar los cubos de agua filtrada y clorada para poder ducharnos mañana. Hace un par de semanas estuve por primera vez en Ayakmiken. Santos, el agente de salud, un viejito adorable del que había oído mucho hablar en Madrid hace años, me contó que el manantial que hizo CAPS se secó porque no estaba en buen sitio. Esa mañana los poceros de FRS (la ONG para la que trabajo ahora) estaban construyendo un pozo en el poblado, para que no les falte agua. Laura, la novia de Dani, es la expatriada encargada de coordinar el trabajo de la ONG en el área que cubre ese poblado. Se llevó una sorpresa cuando la primera vez que llegó a visitar Ayakmiken se encontró una foto de Dani con cara de niño en el puesto de salud.
Dani es ahora el coordinador de FRS en toda Guinea Ecuatorial. Sigue viendo "mogollón de posibilidades" en todas partes; sólo que ahora, muchos años de experiencia y varios cursos y másteres después, las posibilidades que ve no son añadir un nuevo bloque temático en el Curso de Cooperación de CAPS, sino que atañen a la reforma de la Atención Primaria de Salud de un país, que es lo que nos traemos entre manos; ahora los presupuestos multiplican muchas veces por mil a los 3000 euritos de nuestra pequeña cuenta de La Caixa; ahora hacer que la población local se adueñe del proyecto consiste, entre otras cosas, en organizar unas oposiciones para que quinientos Agentes de Salud se formen como auxiliares de enfermería, se conviertan en funcionarios y se reconozca su trabajo; fortalecer el sistema público del país consiste en trabajar codo a codo con el Ministerio de Sanidad, con las alegrías y cabreos que esto implica; el manantial de Ayakmiken se ha convertido en cientos de pozos repartidos por todo el país; y la AECI, criticada tantas veces en nuestro local , pone sus fondos en "nuestras" manos para que los distribuyamos del modo más racional posible; y crear capacidad para desaparecer de aquí y dejar todo esto en manos de los guineanos es una preocupación constante de muchos cerebros y muchas manos que cada día se ponen a trabajar para que todo este proyecto funcione.

Este es un proyecto de lo macro, de lo grande (ministerios, convenios, oposiciones, reuniones nacionales de coordinación...) que hace que las cosas pequeñas funcionen. Pero es también un proyecto de lo micro, donde el personal sanitario que se intenta capacitar y organizar cada día sale a los poblados y ve a los niños sonrientes y sus barrigotas con parásitos, que promueve que más personas se hagan test de VIH para frenar la epidemia, que trata de velar por el embarazo de aquella adolescente, o que acude a tocar a la puerta de aquel enfermo crónico que apenas tiene a nadie que le cuide. Y eso me gusta, porque las soluciones están probablemente en los despachos, pero las personas siguen teniendo rostros concretos y están en sus casas, en sus poblados de lámpara de petróleo y chapeado a machetazo limpio; de poco español y mucho fang; de camiseta publicitaria de la campaña electoral.

Queridos CAPSciosos: me acuerdo mucho de vosotros aquí. Os gustaría ver a Dani que por las mañanas es todo un "señor importante" al que por suerte le dejan tomar muchas decisiones y por las tardes sigue siendo el ganso de risa contagiosa de siempre. Os gustaría ver que parece que no estábamos demasiado equivocados cuando hablábamos y hablábamos. Sé que os gusta saber que por aquí ya hemos pasado tres CAPSciosos (y lo que te rondaré morena ) que hemos hecho realidad el sueño de dar los primeros pasos (en el caso del presi los primeros ya quedan muy lejos) en la cooperación "de verdad".
Y aunque hay días duros y momentos de "quién me manda a mí venir", sé que merece la pena, y os animo a vivirlo si aún sentís de vez en cuando aquel gusanillo que sentíamos en los tiempos de cafetera mohosa y suspiros por una encuadernadora (¡¡aquí tenemos una!!).

Me acuerdo mucho de vosotros.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Vaya semanita

Una semana da para mucho. Puedes pasar de vigilante de examen a maestro de ceremonias en un abrir y cerrar de ojos. Y para muestra, un botón.
Que el 1 de diciembre se celebre el Día Mundial contra el SIDA, es algo importante a nivel mundial. Pero más, si cabe, en África, donde las prevalencias llegan hasta más allá del 10% de la población infectada en países como éste. Así que si trabajas en una ONG sanitaria tienes muchas papeletas de pasar una semana "completita". Y eso que yo sólo era una "mísera ayudante" en tales tareas, ya que el cabeza pensante y currante número uno era Miguel en este caso. Pero oye, todo queda en casa...
Bueno, recorramos un poco la semana para ver lo variopinta que puede llegar a ser:

-LUNES: Día post-electoral. Y aquí no se trabaja, porque está prohibido circular hasta las 12 de la mañana por decreto ley. ¡Toma ya!

-MARTES: A las 7:30h bien preparaditos para ir a Mokom, donde las hermanas nos habían pedido que por favor les ayudáramos a hacer las dinámicas que habíamos preparado para todos los centros de salud de la mitad del país, para concienciar a la población y a los agentes de salud sobre la importancia de hacerse el test de VIH. Mokom está a unas dos horas y media largas de Bata, que no es poco. Pero si de las tres personas que van en el coche la única que sabe cómo se llega (porque ha ido la semana pasada al mismo sitio) es mujer y blanca, tienes muchas papeletas de perderte, porque a la mujer blanca no le harñan ni caso. Y así fue. Acabamos llegando una hora tarde, y poniendo a prueba las capacidades de los súper-todoterrenos de la ONG por esos caminos de Dios . No creáis que nadie me pidió disculpas por no hacerme caso. En fin... Al final llegamos, y la cosa salió genial. Los pacientes participaron en nuestras dinámicas con traducción simultánea al fang, los agentes de salud nos demostraron que saben más sobre SIDA de lo que nosotros creíamos. Y felices y contentos volvimos a Bata, a la velocidad del rayo (literal).

-MIÉRCOLES: ídem de lo mismo, pero en Micomeseng, muy cerquita del pueblo donde viviremos a partir de enero. Allí los agentes de salud también respondieron muy bien, aunque sentimos que el feeling no era el mismo que el día anterior. Satisfechos aún así, y repartiendo condones por doquier, y animando a los médicos cubanos que cada día intentan tratar a los enfermos de SIDA en el hospital y que ya están cansados, pusimos rumbo a Bata de nuevo, esta vez sin permitir que el conductor desafiara una vez más a la velocidad de la luz, y haciéndole hincapié en que no tenemos inmunidad diplomática ni nada que se le parezca por llevar el logo de AECI, así que no podemos saltarnos como si tal cosa las barreras de control militar (Sí, lo hizo. Yo lo flipé...) ni llevar las señales de emergencia puestas como si fuéramos del gobierno. Sin comentarios...
Y por la tarde, mesa redonda en el Centro Cultural Español sobre HIV. En primera convocatoria parecía que iba a ser un fracaso, estuvimos a punto de suspenderla; pero al final empezó a llegar gente y gente y aquel salón de actos casi se llenó. Adolescentes preguntando, enfermos exponiendo sus puntos de vista, los ponentes intentando hablar lo más claro posible para que se nos entendiera muy bien todo eso de que hay que hacerse el test, que hacerse la manicura no es la principal causa de SIDA en este país (según Ceci es una manera más de echarle la culpa de la enfermedad a las mujeres, cuando la promiscuidad, y sobre todo la de los hombres, es la principal causa del contagio), que hay que usar preservativos y todas esas cosas que aquí aún no son tan obvias para mucha gente.
Y por la tarde... ¡tatata-chán, tachán! Empezaba el I Certamen de Teatro Escolar contra el SIDA que Miguel se habían inventado este año por primera vez, y que tiene pinta que va a perdurar en el tiempo. Seis colegios participaban en el concurso, y presentaron sus obras de teatro creadas para la ocasión. Debían ser obras breves, y con un mensaje positivo y educativo sobre el VIH/SIDA. Me tocó la genial tarea de ser parte del jurado, y los tres que lo componíamos quedamos muy bien impresionados al ver lo que habían preparado los alumnos. El nivel estaba alto. Parece que esta gente tiene madera para el teatro, que les encanta. Darme cuenta de eso es para mí como que me den un bidón de gasolina y una cerilla: tengo claro que aquí hay que hacer teatro con la gente. Estoy segura de que veréis más de un post hablando de actividades de teatro.

-JUEVES: Por la mañana salí con el quipo de Atención Primaria de Salud de Machinda, que es un municipio que está cerquita de Bata, y del que Laura es la coordinadora. Estoy saliendo ahora varios días con ellos a los poblados. La salida consiste en llegar, y con el megáfono, el súper-entusiasta Pepe, el ASA (agente de saneamiento ambiental), se baja del coche y vocea que hemos llegado al poblado, y que vamos a pasar consulta y que se acerquen al puesto de salud los niños menores de cinco años para pesarlos y vacunarlos, y que las embarazadas vengan para hacerles sus controles, y que se hace gratuitamente el test de VIH a quien lo pida. Entonces, Macario (el ATS; aquí no hay médicos apenas) y yo, pasamos la consulta. Mucha gente no habla español, y me entiende a duras penas, así que necesito que el agente de salud, que está ahí al lado para echar una mano, traduzca al fang y explique lo que yo he dicho (muchas veces te queda la duda de qué habrá traducido, pero bueno...). Se le repone la medicación al agente de salud. Mientras ,el ASA supervisa la higiene de las cocinas, las letrinas, los pozos,... y aprovecha para dar una charlita de educación sanitaria en el colegio, que le deja interrumpir las clases. Hay que aprovechar el tiempo: el equipo de APS no volverá al poblado hasta dentro de aproximadamente mes y medio. Durante todo ese tiempo será el agente de salud el encargado de hacer las veces de sanitario. Difícil tarea...

Y ya por la tarde, la segunda parte del concurso de teatro en el Centro Cultural Español. Si el primer día el nivel había sido alto, el segundo fue una gran sorpresa. Dos de los tres ganadores actuaron esa tarde. Unos eran unos niños chiquitines, de apenas seis o siete años, tan bonitos como son aquí todos los niños, tan negritos y tan lindos, y que nos hicieron reír al verles representar con toda la dignidad del mundo al consejo de dirección del "Hospital de Don Nadie", en el cual aquellos pequeños expertos daban sus consejos muy bien aprendidos sobre cómo actuar para frenar el SIDA, y acababan diciendo por boca de una pequeña doctora de siete años, negrita y rellenita, que hoy por hoy se puede tener VIH y llevar una vida normal si se toma el tratamiento, "como yo, que tengo SIDA y mira qué gordita estoy". La carcajada del público fue de esas que da gusto oírla.
Aunque el primer premio fue para los mayores del concurso, que tuvieron una idea genial para enfocar el tema, y representaron con un nivel teatral sorprendente una pieza en la que el virus del VIH aparecía indignado porque todo el mundo le declaraba culpable de miles de muertes, y él se empeñaba en demostrar que, una vez que todo el mundo conoce ya las vías de transmisión, el que no se protege es el único culpable de infectarse y morirse. Y finalmente en el juicio resultaba inocente.
Tanto la idea como la interpretación y la puesta en escena nos dejaron a los tres miembros del jurado con la boca abierta, y fuimos unánimes en la decisión de darles el primer premio.

-VIERNES:
Por la mañana me tocaba intentar aprender algo sobre diagnóstico de laboratorio en uno de los centros de salud más equipados de Bata. Me encontré unas trabajadoras estresadas y bastante desmotivadas por la gran catidad de pacientes que tienen que atender, y por mil otros abatares. Intenté ayudarlas en lo que pude, intentaron enseñarme lo que pudieron. Volveré otro día... al menos ya sé cómo se ve una filaria (esos gusanitos que invaden la sangre y provocan obstrucciones en los vasos linfáticos); qué aspecto tiene el maldito Plasmodium Falciparum, que es el agente responsable de la primera causa de enfermedad en este país (el paludismo), y alguna que otra cosa más.

Esa tarde se cerraba el concurso de teatro con la entrega de premios. No olvidaré el grito de ilusión de aquellos jóvenes al enterarse de que su grupo había ganado el primer premio. No sabéis lo emocionante que es ver aquí a alguien ilusionarse por algo. No lo sabéis. La desmotivación y la desidia de la gente es algo asombroso, algo que llega a enervar, a desesperar cuando vienes a trabajar aquí. Ver a aquellos jóvenes que habían invertido horas por preparar algo con ilusión, y que ahora se desbordaban de alegría al ver que habían hecho algo bueno de verdad, hizo que se me saltaran las lágrimas. Hay que pensar que los jóvenes serán los agentes del avance en este país. hay que pensar que lo conseguirán. Después de ver las actuaciones de aquellos dos días lo tuve claro: hay que trabajar mucho con los jóvenes; para motivarlos, para darles herramientas de progreso humano y técnico; para animarles a trabajar duro por su país. Son la esperanza.


-SÁBADO: Este sábado se trabajaba. ¿Por qué? Pues ni más ni menos que porque FRS llevaba varios meses tratando de impulsar la convocatoria desde el Ministerio de Sanidad de oposiciones para que los agentes de salud, esas personas que llevan muchos años trabajando casi por amor al arte en los poblados, y tratando de mejorar la salud en ellos, reciban la formación de auxiliares de enfermería y se conviertan en funcionarios, se reconozca y remunere su trabajo. Y tras muchas fechas fallidas, tras muchas convocatorias desconvocadas, por fin el sábado se hizo realidad. Y allí estábamos la gente de FRS para vigilar las aulas, registrar documentación y todo ese largo etcétera que conlleva una oposición , por muy de andar por casa que sea.
Allí estaban nuestros agentitos, algunos de ellos abuelos, que les costaba ver la letra del examen, peleándose con las preguntas de física y química que a nosotros mismos nos resultaban difíciles de resolver, haciendo un interminable dictado, intentando entender qué es un test de respuesta múltiple. En fin... Al terminar el examen (dos turnos, porque se presentaron 900 personas para 500 plazas), agotados, fuimos a tomar algo juntos y a contarnos las mil y una anécdotas que habían surgido; desde personas que se presentaban con un DNI de otro en el que habían tachado el nombre del dueño y puesto el suyo, hasta la chica que intentó ligarse al vigilante de su clase para que le dijera las respuestas, y mil y una historietas más que dieron para unas cuantas risas.


Y hasta aquí la semana de trabajo. No está mal, ¿verdad? Hoy, a la playita a descansar, a uno de esos paraísos que te hacen olvidar por un momento que estás en un país en el que muchas cosas no son como en el nuestro. Y celebras el día de la Constitución Española con más ilusión que nunca. Con más sentido y sentimiento que nunca.

lunes, 23 de noviembre de 2009

AGUA

Si Mecano le dedicó una canción al Aire, es justo que yo le dedique un post al Agua.
Y es justo porque llevo desde que pisé este país reflexionando sobre ella.
Al día siguiente de llegar, Dani nos sentó en su despacho y nos contó toda la matriz de planificación del proyecto. El objetivo 1 tiene como resultado 4 la "Mejora de las condiciones higiénicas de la población", en lo que respecta al agua, las letrinas y la correcta gestión de los residuos. Empezaba a quedar claro que el agua era un bien escaso cuando dicho resultado 4 entra casi con calzador en la matriz de un proyecto que se dirige a la mejora de los servicios sanitarios, pero es que no hay más que darse un paseo para ver que es un objetivo difícil de eludir; porque hacer, hace falta.
Ya la noche de nuestra llegada nos dimos cuenta de que ni nosotros (cooperantes, del Norte y por tanto privilegiados en muchas cosas) teníamos acceso a agua canalizada. Nuestra gran suerte consistía en que teníamos (y tenemos) dos bienes muy preciados aquí:
1) un aljibe, véase un depósito elevado descubierto que se llena con agua de lluvia, y que al caer por gravedad entra en la instalación de fontanería de la casa (aunque por supuesto, sin presión suficiente como para poner en funcionamiento el calentador, motivo por el cual ha sido hasta desintalado. Menos mal que el clima tropical ayuda con el agua fría...)
2) un pozo dotado de bomba para la época seca. La bomba llena el aljibe y de nuevo el agua cae por gravedad.
La bomba aún no la hemos probado, pero lo de sacar agua del pozo ya se ha convertido en un acto cotidiano. ¿Por qué? Los que seguís el blog de Miguel ya sabréis de la existencia de los gusanos tubifex, muy cotizados por los frikis de los acuarios, pero nuestra peor pesadilla desde que estamos aquí. Estos asquerosos gusanitos rojos colonizaron nuestras tuberías (o quizás el aljibe, es un gran misterio por resolver aún) desde el día que pisamos la casa, y nos han ido ganando terreno progresivamente. Uno viene mentalizado de que el agua no es potable, de que probablemente no estará muy limpia; pero que los grifos escupan gusanos al ritmo de quince al minuto es algo intolerable. Sobre todo cuando no tienes muy clara su inocuidad, dado que aquí descubres que casi nada es inocuo en lo que a Naturaleza se refiere. El otro día me acordaba de las noches de vivac en Cercedilla o en la Transpirenaica, y me parecía como de ciencia ficción al pensar que aquí dormir en el campo al raso podría ser calificado de acto suicida.
En fin, pero estábamos con los gusanitos rojos... Bueno, tras una ardua batalla que podéis leer más detalladamente en el blog de Miguel, tuvimos que rendirnos, y, semanas después, por fin hemos podido organizar un sistema interno de gestión de aguas limpias, nuestro particular resultado 4 del objetivo específico 1 a nivel doméstico y de andar por casa, y que podríamos llamar "El ritual del agua". Paso a detallarlo:

-agua para higiene corporal: material necesario: 1 cubo de 80 litros con tapadera, una camiseta vieja, 10 pinzas de madera, un bote de lejía para agua de bebida. El numerito consiste en colocar la camiseta en la parte superior del cubo y fijarla al mismo con diez pinzas que recorren la circunferencia de la misma. A continuación se pone el tubo de la ducha encima de la camiseta, se abre el grifo, y el agua comienza a brotar, cargadita de gusanitos que quedan detenidos en la camiseta, dando vueltas sobre ella aprovechando la corriente a modo de Aquapark. El agua va cayendo "filtrada" a través de la camiseta, lo cual permite que, además de sin gusanos, pase al cubo con una tonalidad algo menos "marronácea" de su aspecto original. Cuando el cubo se ha llenado, se clora con un taponcito de lejía. En treinta minutos habrá hecho efecto y el agua estará lista para ser disfrutada. Con este sistema cosmético de exfoliación química vamos a volver no sé si bellos o despellejados, pero ¡no sabéis qué gusto es ducharse con agua semi-limpia y sin gusanos, aunque luego huelas un poco como a suelo de hospital! Al finalizar el proceso viene la parte menos agradable: lavar la camiseta. Detalles aparte...
La técnica de ducha consiste, como os imaginaréis, en ir llenando un cacito y echar el agua por el cuerpo al más puro estilo del Lejano Oeste...

-agua para lavado de cacharros: aquí el método de filtrado y clorado de agua es similar, sólo que se añade una nueva dificultad: como no hay grifo útil actualmente en el piso de abajo (donde está la cocina) el agua hay que sacarla del pozo. Fíjate que al final acaba teniendo un toque bucólico eso de sacar el agua del pozo, con su cubito y su cuerda. Se nos van a poner unos brazacos que ya los quisiera Swatzeneger... Y el cacito reglamentario, claro está.

-agua para ingestión y lavado de dientes: lo hemos aceptado: tiene que ser embotellada. Qué se le va a hacer...

-agua para "tirar de la cadena": esta es la sección más creativa. CUALQUIER agua de la casa puede ser una buena candidata para éste, el más innoble de los usos. Cada día uno de los dos anunciamos al otro una nueva "agua" que se puede reaprovechar para tal uso. De momento ganan el concurso de creatividad el agua que rezuma del tubo del aire acondicionado (1 cubo al día); y el método-palangana, copiado de las monjitas de Mycomeseng y que consiste en poner una palangana en el lavabo para recoger el agua que chorrea al lavarnos las manos (por el método del cacito, por supuesto) y echarla al cubo de tirar de la cadena. ¡¡Aquí no se puede desaprovechar ni una gota, que su trabajito cuesta filtrar, clorar y transportar el agua!!!

Bueno, entenderéis que después de todos los procesos que nosotros, privilegiados que tenemos acceso fácil a agua, tenemos que hacer para disfrutar un agua saludable, y después de las pequeñas angustias que se sufren hasta que vas encontrando una solución sistematizada a la falta de agua limpia, el agua se vuelve un gran tesoro, se revaloriza en tu particular escala de valores y entiendes que el resultado 4 del objetivo 1 es un gran resultado aunque no cuadre bien en la matriz de planificación. Y que hay que valorar el agua, esas instalaciones de agua que tenemos en España y que dan ni más ni menos que agua mineral con sólo abrir un grifo. ¡¡Agua mineral para ducharse!!! Agua mineral para disfrutar en abundancia.
Por favor, al menos, valorémosla.

sábado, 21 de noviembre de 2009

La belleza está en el interior

Así ocurría en "La bella y la bestia", y así ocurre en este país.
El interior es el lugar al que te acercas cuando sales de la capital, ciudad costera, y te adentras en la región continental. La tierra es roja, y la vegetación, la selva (el bosque, como dicen aquí), muy verde. Es el mismo contraste de colores que encontré en Paraguay... aunque la realidad que sustenta la tierra es muy distinta.
He estado toda la semana viajando por el interior. Cuando sales de Bata, dejas detrás los atascos caóticos. Tras pasar la barrera del kilómetro diez, la carretera, de moderna fabricación y más que discutible trazado y señalización, empieza a atravesar la selva, bordeada de pequeñas casas de madera. De vez en cuando alguna de cemento. Tras cada tramo diáfano de viviendas, en la carretera aparece una señal trinagular con una casita y un árbol: te avisa de que vas a atravesar un poblado. Al pasar por los poblados ves los niños del preescolar cantando en la puerta de su escuelita, o una mujer que chapea la puerta de su casa. "Chapear" es lo que en el norte entenderíamos por "cortar el césped", sólo que en este caso el césped es la selva, la Madre Naturaleza que lucha por crecer allá donde la dejan, o por recuperar el terreno que los esbozos de la civilización le va tomando. No se chapea por estética, sino para evitar que los bichos o las serpientes encuentren lugar donde habitar a sus anchas. Delante de alguna casa hay una estructura de madera donde ofrecen unos cuantos plátanosd, o alguna piña, o incluso una rata de campo, para que el viajero que pase en coche se detenga y compre si quiere.
También vemos en muchos de los poblados una pequeña casita de madera con un letrero escrito a mano sin ninguna pretensión de caligrafía inglesa que dice "Puesto de Salud". Dentro encontraremos una mesa, una silla, con suerte una camilla, algún libro de registros... El agente de salud es la autoridad sanitaria en el poblado en lo que respecta a la medicina "occidental" (porque no podemos olvidarnos de esas otras grandes autoridades sanitarias que son los curanderos, y a los que la población sigue acudiendo, con todas sus consecuencias...). En el puesto de salud es donde el agente desempeña su labor voluntaria: atender a la población en sus necesidades sanitarias básicas. Es lo que yo llamo la medicina "de juguete"...
Si es un poblado afortunado, quizás al pasar con el coche veremos a un niño sonriente, balanceándose casi literalmente colgado de la bomba holandesa que le proporciona agua del pozo que la cooperación perforó hace mucho o poco tiempo. Ves chorrear el agua y te mueres de gusto al saber que esa población tiene ese gran tesoro que después de un par de semanas aquí se ha convertido para mí en uno de los más preciados: EL AGUA.
Son bonitos los poblados. Son bonitos al verlos desde la carretera, pasando deprisa. Cuando te detienes, ves otras cosas: la basura que no hay lugar donde depositar, las casas sin letrina, los animales en las cocinas... Tanto por mejorar, por desarrollar...Se van viendo esbozos, según dicen los que llevan muchos años aquí. "Esto está mucho mejor que antes", escucho con alivio cuando la desesperación del "cuánto queda por hacer" me asalta.
Pero sí, es bonito. La Naturaleza parece ajena a otras cosas, y donde la dejan tranquila aparece majestuosa en las ceibas, las palmeras, la hierba fuerte, los ríos caudalosos. Salvaje y hermosa, así se percibe.

La otra belleza que he visto en el interior, tiene que ver con otras cosas. He pasado una semana recorriendo algunos centros de salud y equipos de atención primaria (los que trabajan en los poblados) en los que colaboran y que impulsan las monjas, esas misioneras que llegaron hace treinta años, y que han tenido que ir pasando del asistencialismo a la cooperación paulatinamente, en una sano acto de romper una lanza por la eficacia, la eficiencia, el desarrollo, la sostenibilidad y todas esas palabrotas tan necesarias para que el mundo vaya avanzando poco a poco hacia algo mejor. Pero el trabajo de pura asistencia queda ahí, se mantiene, y aunque no quepa en los papelotes de la AECI, y aunque los estudiosos digamos que no es a lo que hay que tender, benditas monjas que se encuentran cara a cara con un anciano abandonado y le dan cobijo mientras llega la estructuración del sistema de Bienestar Social, que forman profesionalmente a discapacitados mientras llega una estrategia de Integración, que dan la medicación día a día a unos cuantos epilépticos y esquizofrénicos (los que se han cruzado en su camino) mientras llega un plan de Salud Mental a nivel estatal. Benditas monjas que cuando hablas diez minutos con ellas te das cuenta de que están cansadas, desengañadas de muchas cosas, frustradas en algunas, agotadas de dar y dar en este trabajo lento de siembra en el que tanto cuesta ver frutos; pero que pese a ello cada día se levantan con la mejor actitud que saben para darlo todo, para poner una sonrisa, una palabra amable, una nueva iniciativa, una nueva dosis de paciencia y de confianza para con el día y con las personas con las que se cruzarán. Benditas ellas que entienden poco (aunque cada vez más) de tecnicismos, pero tienen claro la razón última por la que están aquí: las personas.

He encontrado mucha belleza en el interior. Belleza de contrastes, pero belleza a su modo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Un día de trabajo cualquiera

Una suave brisa viene y va, y me acaricia la piel, una y otra vez.
De pronto, una bandada de pájaros comienza a piar, hasta despertarme.
Alargo la mano hacia mi teléfono móvil, y con sólo apretar un botón la bandada de pájaros se desvanece, porque no era más que la alarma de mi móvil. Son las 7 a.m.
Tardo poco en caer en la cuenta, como cada mañana, de que no estoy en Madrid, sino en Bata, en la habitación gigantesta estilo colonial en la que Miguel y yo tenemos nuestra residencia, a sólo un pasillo de la sala de "consultores" y en el piso de arriba de la sede. Tras remolonear un poco, me quito el antifaz de Air France que me hace las veces de persiana evitando la luz que se cuela por los gigantescos ventanales, y me desperezo. Abro la mosquitera y apago la brisa, o sea, el ventilador, ese amigo fiel que hace las noches más "dormibles".
Miguel ya está duchándose. Mientras él acaba, yo hago la cama.
Tomo una ducha con olor a aljibe (un poco como a pez). Hemos desarrollado la "técnica de la gasa", un apaño de fontanería que consiste en poner un trozo de gasa en cada grifo, de forma que filtra un poco los "posos" que salen con el agua. Aún se cuela algún que otro gusanillo, pero estoy segura de que lo vamos a conseguir...
Bajo las escaleras y huele a tostadas. Desayunamos los tres (Ana, Miguel y yo) mientras comentamos alguna jugada del día anterior o los planes para la tarde, o algún detalle de nuestros pasados reespectivos, que aún estamos conociendo.
A las 8:00h ya está Dani, el director del proyecto, por la sede, enredando con algún ordenador, o tratando de conectar algún nuevo apaño porque, para variar, no hay electricidad en el piso de arriba o en el de abajo de forma aleatoria.
Poco a poco la sede se va llenando de gente, cada uno se va poniendo a su tarea.
La sala de consultores (esos expatriados que vienen por una pequeña temporada para hacer un servicio técnico concreto) se va llenando, y a medida que avanza la mañana el calor y la concentración van subiendo a partes iguales. Hay momentos en los que no se oye una mosca, salvo en esos otros en los que alguien se acerca sigiloso a la mesa de otro para hacerle alguna pregunta aprovechando que es informático, o sanitario, o fotógrafo...
Hoy me toca ir por segunda vez al centro de salud La Libertad. No es un centro céntrico (valga la redundancia), pero, según dicen, es modelo de funcionamiento. Por eso Dani ha decidido mandarme allí a "rotar", como cuando era R1. Y es que es casi una nueva residencia lo que me va a tocar hacer para enterarme de cómo se funciona aquí.
El conductor nos lleva al ATS coordinador del centro, a la Hna María (una monjita Vedruna que lleva treinta años en Guinea) y a mí al Centro.
Hoy pasa consulta la enfermera encargada de la atención de la mujer embarazada. Viene sólo tres días en semana, poque está haciendo los estudios para pasar de diplomada a licenciada. Dicen que vienen muchas mujeres porque están muy contentas con su atención. Y la verdad es que a los diez minutos descubro que esta enfermera hace las veces de ginecólogo. Con sus más y sus menos en los aciertos clínicos, me parece que tiene mucho mérito lo que hace esta mujer, y me gusta ver cómo se esfuerza por hacerlo todo lo mejor posible y busca lo mejor para sus pacientes, que muchas veces tienen dificultades económicas, o culturales... Esta mujer quiere trabajar, y quiere hacerlo bien. Así sí dan ganas de cooperar...
Sobre la una del mediodía termina la consulta. El conductor del centro, súper amable de nuevo, me devuelve a la sede tras encontrarnos con tres o cuatro atascos ininteligibles y de farragosa resolución al atravesar Bata.
Al llegar a la sede, veo cómo la mañana ha seguido su curso. La sala de consultores sigue llena de gente concentrada. Los carteles o la guía que estaba empezando Miguel ya están diseñados. Me los enseña. ¡Qué bien han quedado!
Como aún queda algo más de hora y media de jornada laboral, cojo el Manual del Médico Cooperante y me pongo a estudiar algo. ¡Quisiera saber tanto...! Un capítulo de medicina Tropical (esas enfermedades que nunca caían en el examen de Patología Médica de cuarto y quinto de carrera y que apenas preguntaban en el MIR, y que por supuesto no he visto nunca en la consulta de primaria de Madrid), un capítulo sobre "Diasgnóstico de Salud" para ir calentando motores para cuando la semana que viene demos la primera vuelta por Nkué (nuestro destino definitivo a partir de enero-febrero si Dios quiere), alguna página de la OMS para resolver alguna duda concreta...
Llega Laura de Machinda, y nos cuenta algo que le pasó hoy en la visita a los poblados. Se pone con su ordenador a terminar alguna gestión pendiente, o a planificar alguna reunión, de equipo o a programar algo. La miro trabajar y siento un poco de vértigo al saber que en pocos meses yo estaré haciendo el mismo trabajo que ella en la zona de Nkué, y no se me hace nada fácil.
Con todo esto se han hecho las tres de la tarde, y ya sube Dani a recordarnos que se ha acabado el día de trabajo y que ya toca descansar.
Mañana más... De momento a comer (en casa o en la calle), y por la tarde a hacer la compra, o a jugar a algún juego de mesa o a la Wii recién traída de España. O si es fin de semana, seguro que hay algún plan de viaje interesante.
Pero los fines de semana y el ocio serán objeto de otro post.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un mundo nada sostenible

Son las 22:47h en Bata, Guinea Ecuatorial. Aquí ya es bien entrada la noche. Escribo este primer post desde la sede, que en el piso de arriba alberga lo que durante al menos tres meses va a ser mi hogar. He tenido que bajar aquí a escribir, porque en el piso de arriba no tenemos ahora mismo disponible ese aparatito mágico que permite proteger a los aparatos electrónicos, como este portátil, de las posibles subidas de la tensión eléctrica, que nos son nada infrecuentes con los "ires" y "venires" de la luz eléctrica. Me envuelve un intenso olor a Relec (el de mi propia piel), y escribo haciendo tiempo para que se enfríe el agua del grifo que hemos hervido durante diez minutos largos como paso previo a pasarla por el filtro, ese ente que Piltra y yo nos hemos empeñado en hacer funcionar para intentar reducir un poco nuestro consumo de agua embotellada, que aquí se hace omnipresente, ya que, aunque somos afortunados y tenemos agua corriente en lavabo, ducha, fregadero... , no es agua potable ni mucho menos.
En un sólo día aquí me he dado cuenta de que este año va a tener seguro mil atributos posibles (emocionante, fascinante, pedagógico, enriquecedor...), pero, desde luego, no el de "sostenible".
Para empezar, se acabó separar la basura. Se me ocurre preguntar al ir a tirar el primer envase de plástico, el de un jamón serrano que otra cooperante ha traído hoy como regalo desde España, si por un casual aquí hay algo de reciclaje, y la carcajada de Dani, contagiosa como siempre, me hace recordar que, increíblemente, estoy en su casa de Guinea y que tengo la suerte de que vamos a volver a compartir muchas risas y buenos momentos, y me hace caer en la cuenta de que no es que aquí no se recicle, sino que simplemente no está claro lo que se hace con la basura. Unas pocas horas después descubro que, efectivamente, el servicio de recogida de basuras no es ni mucho menos diario, a juzgar por los contenedores de las calles, que rebosan y dejan caer su contenido a las aceras, casi a la calzada.
Más tarde, en el supermercardo, descubro que también la compra sostenible va a pasar a ser ciencia ficción: TODO es importado. Fruta de Camerún, leche en polvo holandesa, azúcar francés, galletas españolas... NADA de aquí. Ni siquiera la bombona de butano que hemos tenido que cambiar hace un rato, siendo el gas una de las riquezas de este país, es de manufactura nacional, sino que es una compañía gabonesa la distribuidora. ¿Y el producto local? Simplemente, apenas hay.
Me pregunto cuál va a ser nuestra dieta de aquí a un año, y de repente se me hace algo complejo planificar un posible menú; porque intentar mantener los estándares que traemos de casa es más caro que en casa; "Bien", me diréis, "come producto nacional". Pues va a ser difícil si pretendemos mantener una dieta medianamente equilibrada. Según dicen los más experimentados, fuera del plátano, la yuca y el mango, poco más hay. Confío en encontrarle el quid a la cuestión de aquí a unos días... El queso rallado para la pasta va a pasar a ser un lujo que cuesta la friolera de más de 3 euros el paquetito de 100 g.
Y si quieres cereales, pues Kellogs, y no hay más. ¿Que está en la lista de transgénicos? Pues si no te parece bien, abstente de comer cereales durante un año, porque de momento no se ven más marcas.

Aquí hace tanto calor por las noches que el aire acondicionado es casi imprescindible. Y si abres las ventanas, los mosquitos del paludismo acechan. Una insostenibilidad más, que espero que solucionaremos a golpe de ventilador y adaptación en breve. Todo se andará...

Y hablando de andar, mañana intentaremos ese medio de desplazamiento, porque en estos dos días apenas hemos pisado la calle fuera del coche. Se nos ha ocurrido preguntar tímidamente por la posibilidad de moverse en bici por la ciudad, pero al parecer es bastante arriesgado aventurarse a moverse sobre dos ruedas en medio de conductores nada acostumbrados.

En fin... al final del día de hoy no puedo parar de pensar en lo fácil, lo facilísimo que es llevar una vida sostenible en Madrid: moverse en bici, reciclar todo lo reciclable, comprar productos locales (si no ecológicos), elegir si quiero comprar transgénicos o no, prescindir si quiero del aire acondicionado, vivir en un ambiente saneado, disfrutar del agua corriente y velar porque las aguas sigan limpias con gestos muy simples... y un largo etcétera.

Después de estos dos días escasos veo claro que allí, en Europa, si no lo hacemos, no tenemos perdón. No tenemos perdón.