Son las once de la noche. Estoy sola en casa, porque todo el mundo ha decidido irse por ahí hasta altas horas, pero a mí me apetecía más quedarme tranquila en casa, cenar un poco de leche con cereales y escribir y leer un rato, disfrutando por una noche de ese "estar solo en casa" que hace rato que hemos perdido desde que somos familia numerosa y que tan bien viene de vez en cuando.
Antes de subir a la habitación, voy a asegurarme de que la puerta está bien cerrada. Esta gente ha salido un poco a trancas y barrancas y se han dejado todas las llaves sin echar. Cojo las llaves y me dispongo a cerrar el cerrojo de la cancela blanca, y me encuentro con que no cierra bien. Intento cerrar, pero algo falla en el cerrojo.
_¿Te has quedado?- me grita una voz conocida desde la oscuridad del patio.
_¡Hola, Paquito!-le digo mientras le busco entre la sombra de la noche. Paquito es muy negro, y como cuando está el generador puesto, como esta noche, no damos las luces del patio para no sobrecargarlo, hay que hacer un esfuerzo para verle- Pues sí, es que mañana me toca levantarme pronto para trabajar un poco.
-Ah... -Paquito se ríe.
-Este cerrojo no cierra-digo mientras sigo probando con la llave.
Paquito no pierde un minuto y se pone a mirar qué demonios le pasa al cerrojo. Busca un martillo, le da unos golpes al cerrojo y en menos de cinco minutos el cerrojo está arreglado.
-Esta casa... Siempre hay algo nuevo- dice Paquito mientras le da unos martillazos.
-Gracias, Paquito. ¡Qué haríamos sin ti!. Buenas noches.
Paquito se ríe de nuevo y me da las buenas noches.
Paquito es nuestro guachi. Bueno, uno de nuestros guachis. Porque tenemos dos. Pero es que Paquito es nuestro guachi preferido.
Guachi viene de guachiman, que a su vez es la adaptación guineana del término anglosajón watchman. O sea, que Paquito es nuestro vigilante.
A Paquito se le coge cariño rápido. O al menos Miguel y yo se lo cogimos en seguida. No es especialmente hablador, ni especialmente simpático. Pero tiene algo que le hace entrañable.
Además, Paquito es la eficacia hecha persona. Además de vigilante, es electricista, y con los problemas de electricidad que tiene esta casa, eso es un valor añadido. Pero no es sólo eso: es que Paquito siempre está dispuesto para lo que se necesite en la casa en su turno de trabajo, aunque no sean "estrictamente sus funciones". Lo mismo te cambia la bombona de butano (porque tú eres un pardillo europeíto recién llegado que no tiene ni fuerza ni maña para apretar bien la manguera) que te da unos martillazos para arreglarte el cerrojo ipso-facto o se pasa las noches tocando los cables y los diferenciales para que tengamos luz en casa.
Paquito no sólo es trabajador, sino que le gusta hacer bien su trabajo. Por ejemplo, siempre pregunta quién queda en la casa o quien falta por llegar, como para tener bien controlado cuándo llegamos todos, o cuando debe preocuparse si ve algún movimiento raro dentro de la casa.
Cuando llegas por la noche a casa, le encuentras en su garita, escuchando la radio, o leyendo algún libro, a la luz de una vela si se ha ido la luz.
Cuando has perdido la cuenta de los turnos de los guachis, y de repente te encuentras con que esta noche le toca a Paquito, te da una alegría, porque sabes que hoy no te tendrás que ocupar de bajar a cambiar la luz de la calle a la luz de generador y viceversa las veinte veces por noche de rigor, sino que él va a estar pendiente de todo; porque sabes que Paquito se toma en serio su trabajo, como si fuera el más importante del mundo. El día que está Paquito, sabes que de un modo o de otro acabará habiendo luz en la casa. Paquito es responsable y muy trabajador.
Cuando me enfado o me ofusco, porque a veces me cuesta el carácter de la gente de aquí, pensar en algunos guineanos, entre ellos Paquito, me hace recuperar la motivación y la paciencia, me hace recordar que merece la pena estar aquí.
Y terminare este homenaje a Paquito con una cancioncilla-chorra que nos inventamos el otro día Miguel y yo en uno de esos momentos cantarines-compositores que nos dan de vez en cuando y que van nutriendo la colección Guinea-Mix (canciones inventadas sobre personajes y circunstancias de esta nuestra gran aventura) que venderemos a la vuelta hasta conseguir ser disco de platino:
(Imagínese a ritmo de Paquito el Chocolatero)
"Paquito, el guachi que quiero
experto en el mundo entero.
Enchufes, diferenciales,
el grupo y todas las fases.
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
..."
Antes de subir a la habitación, voy a asegurarme de que la puerta está bien cerrada. Esta gente ha salido un poco a trancas y barrancas y se han dejado todas las llaves sin echar. Cojo las llaves y me dispongo a cerrar el cerrojo de la cancela blanca, y me encuentro con que no cierra bien. Intento cerrar, pero algo falla en el cerrojo.
_¿Te has quedado?- me grita una voz conocida desde la oscuridad del patio.
_¡Hola, Paquito!-le digo mientras le busco entre la sombra de la noche. Paquito es muy negro, y como cuando está el generador puesto, como esta noche, no damos las luces del patio para no sobrecargarlo, hay que hacer un esfuerzo para verle- Pues sí, es que mañana me toca levantarme pronto para trabajar un poco.
-Ah... -Paquito se ríe.
-Este cerrojo no cierra-digo mientras sigo probando con la llave.
Paquito no pierde un minuto y se pone a mirar qué demonios le pasa al cerrojo. Busca un martillo, le da unos golpes al cerrojo y en menos de cinco minutos el cerrojo está arreglado.
-Esta casa... Siempre hay algo nuevo- dice Paquito mientras le da unos martillazos.
-Gracias, Paquito. ¡Qué haríamos sin ti!. Buenas noches.
Paquito se ríe de nuevo y me da las buenas noches.
Paquito es nuestro guachi. Bueno, uno de nuestros guachis. Porque tenemos dos. Pero es que Paquito es nuestro guachi preferido.
Guachi viene de guachiman, que a su vez es la adaptación guineana del término anglosajón watchman. O sea, que Paquito es nuestro vigilante.
A Paquito se le coge cariño rápido. O al menos Miguel y yo se lo cogimos en seguida. No es especialmente hablador, ni especialmente simpático. Pero tiene algo que le hace entrañable.
Además, Paquito es la eficacia hecha persona. Además de vigilante, es electricista, y con los problemas de electricidad que tiene esta casa, eso es un valor añadido. Pero no es sólo eso: es que Paquito siempre está dispuesto para lo que se necesite en la casa en su turno de trabajo, aunque no sean "estrictamente sus funciones". Lo mismo te cambia la bombona de butano (porque tú eres un pardillo europeíto recién llegado que no tiene ni fuerza ni maña para apretar bien la manguera) que te da unos martillazos para arreglarte el cerrojo ipso-facto o se pasa las noches tocando los cables y los diferenciales para que tengamos luz en casa.
Paquito no sólo es trabajador, sino que le gusta hacer bien su trabajo. Por ejemplo, siempre pregunta quién queda en la casa o quien falta por llegar, como para tener bien controlado cuándo llegamos todos, o cuando debe preocuparse si ve algún movimiento raro dentro de la casa.
Cuando llegas por la noche a casa, le encuentras en su garita, escuchando la radio, o leyendo algún libro, a la luz de una vela si se ha ido la luz.
Cuando has perdido la cuenta de los turnos de los guachis, y de repente te encuentras con que esta noche le toca a Paquito, te da una alegría, porque sabes que hoy no te tendrás que ocupar de bajar a cambiar la luz de la calle a la luz de generador y viceversa las veinte veces por noche de rigor, sino que él va a estar pendiente de todo; porque sabes que Paquito se toma en serio su trabajo, como si fuera el más importante del mundo. El día que está Paquito, sabes que de un modo o de otro acabará habiendo luz en la casa. Paquito es responsable y muy trabajador.
Cuando me enfado o me ofusco, porque a veces me cuesta el carácter de la gente de aquí, pensar en algunos guineanos, entre ellos Paquito, me hace recuperar la motivación y la paciencia, me hace recordar que merece la pena estar aquí.
Y terminare este homenaje a Paquito con una cancioncilla-chorra que nos inventamos el otro día Miguel y yo en uno de esos momentos cantarines-compositores que nos dan de vez en cuando y que van nutriendo la colección Guinea-Mix (canciones inventadas sobre personajes y circunstancias de esta nuestra gran aventura) que venderemos a la vuelta hasta conseguir ser disco de platino:
(Imagínese a ritmo de Paquito el Chocolatero)
"Paquito, el guachi que quiero
experto en el mundo entero.
Enchufes, diferenciales,
el grupo y todas las fases.
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
Ti-to-ti-to-ta-ti-tirorí-tirorí ¡LUZ! ¡LUZ!
..."
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