martes, 3 de agosto de 2010

No siempre es fácil

No... No siempre es fácil. Hay momentos duros. Y te sorprende al cabo de los meses descubrir que las cosas que te cuestan no son precisamente las que imaginaste cuando pensabas en venir para acá. Máxime cuando tienes más o menos cubiertas ciertas comodidades (el agua, la luz, el ventilador y hasta el aire acondicionado, la comida a la occidental...) y te das cuenta de que las que te cuestan son otras más "psicológicas": la invasión permanente de tu casa, que, además de ser compartida sin que tú elijas ni con quién ni cuándo, no es una casa, sino una oficina, con la falta de "libertades domésticas" que eso supone; el desgaste de ver a los mismos siempre y en todos los contextos, forzando una intimidad que no tienes en Madrid ni con tus mejores amigos (aunque como contrapartida estoy segura que unos pocos de ellos posiblemente llegarán a serlo); la claustrofobia de estar privado de la oportunidad de dar rienda suelta a tus aficiones favoritas; de nuevo la claustrofobia de vivir en el trabajo y con la gente del trabajo, lo cual implica no disfrutar de la bendición de desconectar tu cabeza del trabajo en las 24 horas del día durante más de un año, incluidos domingos y fiestas de guardar; la incomodidad de medir tus palabras en la calle para no decir ninguna "inconveniencia"; y un lo suficientemente largo etcétera para a veces tener ganas de coger el primer avión a casa...

Reconozco que hoy estoy un poco pesimista; y también reconozco que ya va siendo hora de volver (en estas post-vacaciones ya lo veo meridianamente claro). Y también reconoceré que esta experiencia me ha enseñado muchas cosas: de lo que quiero y no quiero para mi vida; de lo que es y no es la cooperación; de las idealizaciones que se hacen de la misma; del estilo de vida que supone ser cooperante, y que en muchos casos no cuadra con patrones idílicos forjados en las mentes; de lo que es tratar con gente con poder; de qué trabajo me gusta hacer y cuál no; de cuáles son mis límites en la convivencia y en el trabajo; sobre para qué cosas soy menos extraordinaria y más bien más normalita de lo que creía; de qué cosas son realmente "la libertad", e incluso "La Libertad"; de qué cosas valoro de mi tierra y de mi gente, con todas sus imperfecciones; de lo importante que es cuidarse mutuamente en todo momento cuando viajas en pareja; ... y el gran tesoro que es tener una pareja como la que yo tengo, con la que viajar por el mundo y por la vida es algo grande.

Pero no quiero que este sea un post triste y desengañado, igual que no quiero que los cuatro meses y medio que me quedan aquí sean un mero cierre, un mero consumir lo que queda y punto, sino que me comprometo a intentar hacer de ellos algo especial con las últimas ganas que me quedan. No quiero olvidar aquella frase que tantas veces me ha cargado las pilas desde hace tiempo: "Lo que hagáis, hacedlo con todo el alma". Eso es :si haces algo, pon toda la carne en el asador, pon toda tu energía, todas tus ganas y todas tus fuerzas. Sin tibiezas. Con pasión.
No lo olvides.

No lo olvidéis.

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