miércoles, 22 de junio de 2016

Fado... y unas cuantas notas más

Fin del primer día de mi aventura portuguesa. Si os digo la verdad estoy rendida... Nota mental: en los trenes, por muy tumbada que una vaya, no se duerme como en
casa.
Llego a las 8,30 h de mi reloj a la estación de Santa Apolonia, despotricando interiormente sobre la impuntualidad ferroviaria,  hasta que soy consciente de que aquí es una hora menos; lo cual explica por qué la ciudad parece aún tan soñolienta. Intento caminar rumbo al centro por el margen de la calle que da al Tajo, pero está en obras. Más adelante me daré cuenta de que aquí todo está en obras, hasta el punto de que el run-run de las herramientas es como el hilo musical de la ciudad.


En mi caminata de primera hora reflexiono sobre el hecho de que Berlín (que se supone que es igual de Europa que esto,o, mejor dicho que esto es igual de Europa que Berlín), donde estuve hace menos de un mes, no se parece en nada a esto. Desde que pones un pie en la calle resulta todo de alguna forma más caótico, más destartalado, incluso más sucio. "Y España", me pregunto, "¿se parece más a esto o a aquello?"

Esto no tiene ninguna pinta de centro turístico, por más que plano se empeña en decir que sí lo es. Por fin, al volver una esquina, se abre ante mí una gran plaza, gigante, imponente, con la inmensidad del Tajo al fondo. Por fin hemos encontrado un lugar para desayunar:



Del desayuno al albergue (estupendo, por cierto. Gracias, Lonely Planet), donde me deshago del macuto y me voy a pasear por Baixa y Rossio,con la meta en mente de llegar al Castillo de San Jorge. Del castillo os dejo un par de curiosidades. Pero vamos, que la entrada es como el Fairy, que cunde más de lo que cuesta, y por 8,50 te ponen hasta guía en tu idioma. El de la taquilla, por cierto, flipa cuando una tía con acento de Pacífico le saca la tarjeta de Caixa Geral. Eso es mimetizar con el medio y lo demás son tonterías.







A las faldas del castillo está la Alfama, el barrio más pintoresco de Lisboa. Es el antiguo barrio musulmán. La verdad es que, pese a la horda de turistas, tiene un toque auténtico.






Y en él, la Sé (la catedral):


A Valería y a mí nos ha parecido un buen lugar para nuestro "hoy meditamos en..." ... pues en la Sé de Lisboa.


Por la tarde, un paseo en el tranvía 28, que te lleva de arriba la abajo en este sin dios de colinas que forman la ciudad a través de los lugares más turísticos.







Y por la noche, a la Alfama de nuevo, a la caza del fado. Explicaba la prima de la cantante ( que era la camarera) que el fado es un sentimiento. La caza fue fructífera: aportaré documentos sonoros  que lo demuestren.

Y por hoy ya está bien. Mañana más... Sé que no es un post brillante, pero es que hoy no doy para más. Mañana será otro día.

Boas noites.

2 comentarios:

  1. ¡Jaja! Ya te dije yo que con la tarjeta de la Caixa Geral ibas a triunfar.

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    1. Ya ves... es como si un sueco te llega con la tarjeta de Caja Madrid. Pues flipas...

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